[India] Delhi, la capital del caos

Tras coger el avión el día 1 de Agosto en Madrid, y tras una escala en Zúrich, llegamos a la capital de la India sobre la 1 de la mañana del día siguiente. Tras cambiar euros por rupias indias cogimos un taxi prepago para llegar a un hotel, cercano al aeropuerto, que teníamos reservado.El camino ya fue una aventura que incluyo ir en el taxi en dirección prohibida y meternos por un camino lleno de vacas. Milagrosamente llegamos al hotel y nos dieron una habitación, la cual nos pareció muy lamentable para los 14€ que no había costado. No sabíamos lo que decíamos…

Día 2, Lara aparece en nuestra habitación y nos cuenta que les han perdido las maletas en su vuelo, que había llegado unas horas después del nuestro. Para colmo, en la ventanilla de reclamaciones del aeropuerto les han quitado la pegatina que va con el billete y que identifica tu equipaje facturado. Además no les dejaron rellenar la reclamación correctamente y por lo tanto el seguro de viajes no se podía hacer cargo. Empezábamos bien… bien cabreados.

Pese a todo decidimos ir a vieja Delhi ya que las maletas no llegarían hasta por lo menos el día siguiente. Decidimos ir a buscar una parada de metro que no debería andar muy cerca del hotel. Esta búsqueda se convirtió en una caminata de hora y pico a pleno sol y con los mochilones a cuestas. Finalmente averiguamos, no sin problemas, que la parada no estaba terminada y por tanto es como si no existiese.

Decidimos coger un taxi, lo cual nos costó un buen rato y muchos gritos y discusiones, tanto con los indios como entre nosotros. Era un infierno intentar que no nos estafaran con el taxi / richshaw y si a alguno le decías que no, era casi imposible quitártelo de encima pues te seguían sin descanso. Esta sería la tónica general durante todo el viaje.

En estos momentos llevábamos dos horas en la India y estábamos ya exhaustos y bien cabreados.

Fuera como fuese al final cogimos un taxi y nos fuimos a vieja Delhi, a Connaught Place, que es una zona céntrica y con la oficina de turismo cerca.

El richshaw nos dejo en una oficina de turismo no oficial donde tuvimos el primer momento tenso para deshacernos del hombre de esta oficina. Y a continuación nos dimos cuenta de que los mapas en la India no valen para nada porque no pone los nombres de las calles y estas no siempre coinciden con lo que se ve en los planos, menos aun con los de la lonely planet.

Tras una hora dando vueltas sin ser capaces de ubicarnos bien y completamente hartos de que cada 5 minutos alguien se ofreciese a llevarnos a la oficina de turismo real siendo mentira, llegamos a la ansiada oficina de turismo y su maravilloso aire acondicionado.

El amable y simpático hombre nos comenta que es un error el no haber reservado los billetes de tren y amablemente nos enseña en internet como efectivamente ya no hay plazas. Acto seguido nos ofrece un magnifico taxi que nos llevaría a todos lados…por un pastón, claro.

Con el cabreo y la poca experiencia que llevábamos en lo que iba de mañana dudamos de todo lo que decía y quedamos en pensárnoslo.

Pusimos rumbo al cercano barrio de Pahar Ganj en busca de una habitación para dejar las mochilas y pasar la noche.

Calle principal de Pahar Ganj

El camino hasta la calle principal donde están los hoteles fue impactante. La cantidad de gente viviendo en la calle y el estado de estas se nos grabo en la mente a fuego, que junto con el cansancio y el calor que teníamos nos tiraron los ánimos por los suelos.

Tras ser incapaces de encontrar los hostels que venían en la lonely planet fuimos probando suerte. En el primero que entramos las habitaciones estaban bien pero 1300 rupias (20 €) nos pareció una pasada para estar donde estábamos. Nos fuimos y el del hotel empezó a ser una sombra nuestra hasta cerca de media hora más tarde. Es increíble como son…

Tras una parada en un super en el que la cajera no nos cobraba y dejaba colarse a todos los indios, encontramos una habitación con aire acondicionado y a unos (10€). El hotel parecía sacado del videojuego de Residen Evil pero dio un poco igual, necesitábamos un sitio donde aparcar los mochilones porque llevabamos todo el día con ellos de paseo.

Ya sin las mochilas grandes cogimos un richshaw para ir a ver el Fuerte Rojo de Delhi, que está declarado Patrimonio de la Humanidad. El fuerte se muestra imponente desde el exterior. En su interior nos encontramos bonitos jardines bien poblados de graciosa ardillitas.

Fuerte de Delhi desde fuera

Los indios que nos encontramos allí se dedicaron a fotografiar hasta la saciedad, sin ningún tipo de pudor, a Patri y Rocío. Este tema de las fotos también sería recurrente en todo el viaje.

Tras ver el fuerte nos acercamos a la mezquita Jama Masjid que se encuentra muy cerca y es la mezquita más grande de toda la India. La imagen al llegar fue impactante. Una gigantesca mezquita atestada de gente rezando. Rezos que se escuchaban por megafonía lo que le daba un aire tenebroso. A los pies de la mezquita había un mercado con todo tipo de verduras y fruta. Fruta que no podíamos (debíamos) tomar, y nos teníamos que conformar con litros de agua embotellada para combatir el calor que hacía.

De la mezquita echamos a andar en dirección a Pahar Ganj, para ir viendo la ciudad. Estábamos atravesando vieja Delhi y posiblemente esta fue de las peores zonas que vimos en todo el viaje.

Bazar cercano a la mezquita de Jama Masjid

Andábamos por una enorme calle llena de comercios y con un ambiente devastador. Era un continuo cruce con niños pidiendo, personas con deformidades y gente tirada en la acera que en algún caso no tenias claro si estaba viva o muerta. Además vivimos un episodio de justicia callejera.

De repente apareció un hombre corriendo y otro tras él gritando. Parecía claro que le había robado o algo así. El primer hombre cruzaba la calle cuando justo pasaba por allí un policía en moto. El policía se lanzo a por el hombre y lo embistió con la moto tirándolo al suelo. Acto seguido se fue y todo el mundo que estaba cerca fue a por el hombre que estaba en el suelo y empezaron a darle una paliza. En solo unos segundos habría como 20 personas pegando al supuesto ladrón. Tras unos instantes la gente se empezó a ir como si no hubiera pasado nada.

Íbamos buscando un ciber y la verdad es que llevábamos ya mucho rato andando por una calle muy comercial y no veíamos ninguno. Llegamos hasta la estación de trenes de nueva Delhi y allí decidimos coger un richshaw que nos llevase de vuelta al hostel.

Justo antes de llegar al hostel vimos un ciber en el que comprobamos como no había billetes de tren para ir a ningún lado. Después nos enteraríamos que existe una tarifa especial llamada «TatKal Quota» que es para turistas en la que sí que había plazas, aunque con un sobrecoste. De momento no lo sabíamos.

Con los planes trastocados nos fuimos a cenar a un restaurante cercano con muy buena pinta. Allí por fin pudimos relajarnos un poco. Yo por mi parte comí poco y sin ganas, llevaba todo el día con el estomago raro.

Cenando

De ahí al hostel y a esperar al día de mañana, con la planificación de la vacaciones tirada por tierra.

Día 3: Por la mañana Lara nos despertó a Patri y a mí y al ir a su habitación nos encontramos a Rocío hecha un ovillo y con la sudadera y la capucha puesta. Habían pasado mucho frío esa noche ya que el aire acondicionado estaba a tope (sin poderse regular). Y si lo apagaban se cocían vivos. Esto mismo lo viviríamos en repetidas ocasiones. O te congelabas o te cocías.

Una vez recuperados cogimos nuestras mochilas y fuimos al aeropuerto ya que se suponía que las maletas perdidas estaban allí.

El camino al aeropuerto supuso un buen rato andando hasta Connaught Place, en donde cogimos el metro. Al final nos había salido mejor un taxi ya que la línea que va al aeropuerto es mucho más cara, eso sí, es súper nueva y limpia.

El aeropuerto de Delhi es muy nuevo y está considerado el cuarto mejor del mundo. La verdad es que el aeropuerto es súper moderno, pero tiene inconvenientes, como que no puedas entrar dentro del aeropuerto si no vas a volar. Solo hay una pequeña sala en la que se puede entrar, que es donde están las ventanillas de venta de billetes.

Tras una larga espera por haber llegado demasiado pronto conseguimos recuperar las maletas. Bien, ya podíamos retomar el viaje. Teníamos que salir de Delhi hacia Jodhpur, nuestro próximo destino.

Para ello nos fuimos a la estación de trenes de vieja Delhi para agotar la posibilidad de que hubiese algún billete. Decidimos agotar esta posibilidad porque estaba cerca de la estación de autobuses, a la que iríamos de no conseguir tren.

Haciendo amigos

Tras un largo viaje en Taxi desde el aeropuerto llegamos a la estación de trenes. La estación era caótica. Muchísima gente por todos lados hacían colas en decenas de ventanillas que no quedaban muy claro para que era cada una.

Tras un buen rato dando vueltas sin saber ni en que abarrotada ventanilla preguntar decidimos ir a la estación de autobuses.

Al salir comimos en un puesto que por 15 rupias (20 centimos de euro) te ponían una bandeja con arroz blanco y tres cuenquitos para mezclarlo. Unos de garbanzos, otro de pollo tica masala y otro de una salsa un poco insípida. Además un pan chapati. El puesto estaba hasta arriba de gente comiendo.

Nos lo comimos a los 35-40° que harían al sol, bien pegaditos a la olla de aceite negro y espeso donde freían todo (dudo que ese aceite se cambiase alguna vez), y a un par de metros de donde el cocinero asaba la masa del pan en el suelo, junto al sitio donde el barbero del puesto de al lado tiraba los pelos.

El asco de la situación lo llevamos bien pero el calor, el sol, el aceite hirviendo y lo que picaba la comida nos pasaría factura a Patri y al que escribe.

Tras comer los cuatro por menos de un euro fuimos a la estación de autobuses. Al llegar, y tras pasar por un arco de seguridad, vimos que la estación estaba completamente vacía y llena de escombros. A penas había un par de mostradores, parecía que había explotado una bomba.

Nos dijeron que los autobuses salían de la estación de Tughlakabab, pero la propia mujer que nos informo de esto en la estación no nos supo decir donde estaba esta otra estación. Como veis, todo eran facilidades.

Salimos a tomar aire y empezamos a preguntar a las empresas privadas de autobuses que había al lado.

Mientras estábamos preguntando Patri empezó sentirse mal y con nauseas. No tardo ni 5 minutos en empezar a vomitar. Lara histérico, como no, no paraba de preguntar si tal o cual precio nos parecía bien, cuando la pobre no se tenía ni en pie.

Volvimos a la entrada de la estación de autobuses a sentarnos en las escaleras. Ella seguía vomitando y unos minutos después comencé yo a sentirme mal y a vomite. Empatía creo que se llama 🙂

Los dos enfermos

Ella seguía vomitando y con diarrea así que fuimos al baño de la estación. Una habitación llena de mugre y mierda con todo roto y que parecía abandonada hacia años. En la puerta un policía con su consiguiente fusil.

Estuvimos un rato los dos en el «baño» turnándonos para usarlo. Los dos hechos un asco aunque parece que yo aguantaba el tipo un poco mejor. Yo supongo que nos dio un corte de digestión pero la verdad es que nunca lo sabremos.

A los 10 minutos el policía empezó dar con el arma en la puerta diciendo que saliésemos ya. Poco le importo que le dijese (y viese) que estábamos malísimos. Nos tuvimos que ir.

De ahí y tras unos minutos de estómagos más tranquilos buscamos asilo en el McDonald que había al lado y que era como un oasis en el desierto; un sitio con aire acondicionado y gente normal. No tardaron demasiado en echarnos. Patri seguía vomitando en una bolsa y como es normal no podíamos estar ahí así que vuelta al calor de la calle.

Al poco de salir yo recaí y empecé de nuevo a vomitar, ahora con más insistencia. Estábamos los dos en el suelo tirados vomitando cada uno en su bolsa mientras unos niños no paraban de revolotear pidiéndonos dinero y de todo, incluso me pedían la bolsa con mis vómitos. Otro indio mientras se me ofrecía para hacerme una limpieza de orejas. En fin…

Visto el panorama, lo de viajar estaba descartado y decidimos intentar ir a otro hostel en la parte de nueva Delhi. Lara y Rocío intentaron durante un buen rato conseguir un billete de metro para ir pero finalmente se enteraron de que la parada que nos interesaba estaba cerrada. Mientras, nosotros dos, los enfermos, estábamos tirados en el suelo intentando no morirnos.

Finalmente fuimos a coger un Richshaw que nos llevase. El viaje de unos 45 minutos en el richshaw apretados los cuatro como sardinas, comiendo humo de los coches y pasando un calor infernal hizo que Patri fuese vomitando todo el viaje en su inseparable bolsa. Yo aguante el tipo como pude.

Al llegar a la puerta del hostel y bajarme no pude mas y comenzé de nuevo a vomitar. Lara y Rocío fueron a ver si había habitaciones mientras nosotros esperábamos tirados en la calle. Por suerte había, aunque eran habitaciones compartidas y separadas por sexo. Nos daba igual…

La espera en recepción para el check-in fue interminable. ¿Por qué hay que rellenar tanto papel con tantos datos?

Y poco más, nos fuimos cada uno a nuestra habitación (chicos y chicas). Los dos teníamos fiebre así que nos dimos una ducha de agua fría e intentamos dormir. Lara y Rocío se fueron a dar una vuelta y a cenar pues era pronto aun.

Día 4: Tras pasar una noche de pesadillas provocadas por la fiebre toco levantarse en un nuevo día, justo cuando yo había comenzado a poder dormir. Tenía el cuerpo machacado y lo que menos me apetecía era pensar en viajar. Intenté convencer a Patri de quedarnos en Delhi al menos un día más. Ya nos volveríamos a reunir más tarde en Jodhpur con ellos. Menos mal que tuvo más fuerza de voluntad que yo y no me hizo caso.

Tras desayunar (los que lo hicieron) recogimos todo ya que el check-out era a las 10 de la mañana y fuimos a salir. Justo al salir empezó a llover lo que nos obligo a esperar sentados un buen rato en la entrada del hostel. Porque allí cuando llueve llueve de verdad.

Estuvimos de cháchara con una pareja de españoles así que fue una espera amena. Yo encantado de estar sentado ya que no me tenía ni en pie.

Cuando escampo cogimos un richshaw y fuimos a la estación de autobuses de Tughlakabad, que es la que nos habían dicho el día anterior.

De camino fuimos pasando por toda nueva Delhi, bonitos jardines, el templo de la flor de loto… hasta que llegamos, y volvió a hacer acto de aparición el caos y la destrucción. La estación parecía sacada de algún campamento improvisado de la guerra de Afganistán. Al fondo se veían casas de gente, sin paredes. Pisos que solo tenían en pie los suelos dejando al aire el resto de la casa.

Yo me había recuperado un poco pero Patri tenía un dolor de cabeza horrible, que ya arrastraría todo el día. Para comer durante el día teníamos un poco de arroz cocido completamente insipido que habíamos comprado en un restaurante japonés.

Tras el fracaso de intentar conseguir un billete por parte de Lara y Rocío (los que estaban en plenas facultades) en esa estación caótica decidimos volver a cruzarnos la ciudad hasta la estación de autobuses primera y allí contratar con una empresa privada.

Tras otro agradable trayecto comiendo humo en un rickshaw llegamos a nuestra querida estación. Allí contratamos con una empresa privada el autobús a Jodhpur y nos fuimos al McDonald del día anterior para esperar pues nos quedaban unas horas hasta que saliese el autobús.

Tras unas largas horas fuimos a la caseta donde habíamos comprado los billetes. Allí nos recogió una furgonetilla que junto con más gente nos llevo, bien apretaditos, hasta una calle en la que nos dijeron que esperásemos al autobús (solo nos bajamos nosotros). La calle tenía muy mala pinta y menos mal que había una pareja de indios que estaban esperando el mismo autobús, sino hubiésemos pensado que nos habían timado y nos habían dejado en una calle de dudosa seguridad.

Parada del autobús

Se nos hizo de noche esperando pero finalmente llego el autobús. Lo de la puntualidad no les ha quedado de cuando eran colonia inglesa.

El autobús…pues era para verlo. Lleno de mierda y viejo como él solo. Menos mal que este era un bus de una empresa privada y no los gubernamentales…

Esperando al autobus

Y bueno, no me lio mas. Llegamos sobre las 10 de la mañana del día siguiente a Jodpur, tras un viaje que no olvidaremos jamás. Simplemente en salir de Delhi tardamos mas de una hora, de las paradas que hacía cada 200 metros. En general todo el viaje fue parando continuamente a recoger a todo el que iba por la carretera y levantaba la mano. El calorazo horrible, el humo y el polvo no nos abandonaron en todo el viaje, aunque fuese de noche.

Tras 14 horas y media de viaje llegamos a Jodhpur, llenos de mierda y polvo que estábamos negros como el sobaco de un grillo, y sino que se lo digan a la camiseta blanca que llevaba Lara, pero por fin habíamos conseguido salir de Delhi.

A partir de aquí el viaje empezó a encauzarse un poco más.

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