Incredible India. Así es como reza el eslogan del primero de los países que hemos visitado, y realmente es un eslogan muy acertado porque es un país imposible de creer.
En nuestras vacaciones hemos estado dos semanas recorriendo el norte de la India y otras dos semanas en Nepal.
Intentare hacer memoria e ir escribiendo crónicas de cada uno de los lugares que hemos estado, pero primeramente me gustaría hacer un breve resumen del viaje.
Nuestra llegada a India la hicimos por Delhi, la capital, y lo hicimos por la puerta grande. Al llegar les perdieron las maletas a Lara y Rocío, y Patri y un servidor nos pusimos malos malísimos, a demás de meternos en la peor zona de la capital, y seguramente una de las peores del país, Paharganj.
El impacto fue brutal. Todos teníamos una imagen preconcebida de India equivocada. Pensábamos en un país subdesarrollado, con una religión muy marcada en sus gentes, y con preciosos lugares que ver. Quizás pensamos en ciudades con barrios de ricos y barrios de pobres y un gran negocio de caza turistas relativamente bien montado. Así como un gran aurea de espiritualidad en torno a sus gentes.
La realidad fue muy distinta. Nos encontramos un país completamente tercermundista en el que el 90% del terrenos en un autentico basurero ya que no recogen la basura. Calles abarrotadas de niños y adultos con deformidades, amputaciones, gente tirada en el suelo que realmente dudabas de que estuviese con vida, montañas de basura por todos lados y animales de todo tipo por todos lados comiéndose esta basura.
Un tráfico que sabíamos que es famoso en el mundo, pero que supera cualquier expectativa, realmente horrible, y con una polución en el ambiente que hace que cueste respirar. Esto unido a la humedad, los 35º de media y la neblina constante provocada por la época monzónica hacían muy poco llevadero el ir de paseo.
Unas calles en las que no se ve una sola mujer, solo las de castas más bajas haciendo las funciones de carretilla, y unos hombres con un gran sentimiento de superioridad entre sus castas y una autentica falta de respeto entre ellos y hacia los turistas.
Una continua pelea contra una sociedad que intenta engañarte y estafarte continuamente, y que agota hasta a el turista mas paciente y sereno.
Un indio al que es imposible ver sonreír y que carece de todo tipo de educación, ya sea por ser incapaces de estar en una cola sin intentar estar colándose todo el rato, o por ser incapaz de evitar ir empujando continuamente.
Un indio muy cerdo que no para de escupir al suelo, a escasos centímetros de tus pies, que no limpian o mantienen nada, ni coches, ni autobuses, ni calles, ni un simple restaurante; todo está lleno de mugre.
Una India en la que muchas veces dudas de si realmente la religión la sienten como tal, o simplemente la ven como un negocio.
Servicios gubernamentales como puede ser la oficina de turismo o los policías, que también intentan engañarte y estafarte continuamente, y un regateo necesario por todo, desde un pantalón hasta unas galletas en un supermercado. Así como que el caos existente haga una tarea casi imposible el comprar un billete de autobús para ir a la ciudad de al lado.
Unos templos, palacios o jardines bastante descuidados a pesar de las caras entradas para turistas y unas infraestructuras de hace 40-50 años y que parecen no haber recibido ni una simple mano de pintura desde que se construyeron.
Esto es lo que nos hemos encontrado, muy lejos de la idea que teníamos en la cabeza, y el hecho de que nadie te ayude y todo el mundo te intente estafar consiguió agotar nuestra paciencia y hacer que no disfrutásemos demasiado del viaje.
Pero no todo ha sido negativo. El país tiene lugares bonitos que ver cómo son sus fuertes, palacios o templos como el archifamoso Taj Mahal. El cómo conducen y el “caos ordenado” en el que se mueven las ciudades y sus habitantes es toda una experiencia digna de ver.
Además, ahora a toro pasado tenemos muchas anécdotas de las que reírnos y que hicieron que sea un viaje que creo que ninguno olvidaremos jamás, aunque de la misma manera dudo mucho que alguno vuelva. Es un país de lo más peculiar y de grandes contrates.
Llama mucho la atención como un país en el que el 65 % de la población es analfabeta y casi la mitad vive por debajo del umbral de la pobreza se ven cosas como lo extendidos que están los teléfonos móviles. Es increíble la cantidad de gente que tiene móvil, incluso en pueblos que no pasan de chabolas en mitad del desierto, o los camelleros que viven entre dunas tienen su móvil, y además lo usan bastante.
Parques eólicos enormes rodeando ciudades medievales, como es el caso de Jaisalmer, o alguna tienda de Reebok o de Sony que parece sacada de la gran manzana, ubicada en mitad de algún barrio lleno de gente viviendo en la calle y en el que no hay ni una casa que se mantenga entera en pie, son algunos ejemplos de contrastes que realmente llaman mucho la atención.
Ciudades medievales que no han evolucionado nada desde hace 500 años ni en sus infraestructuras ni en la forma de vivir de sus gentes, autobuses que tardan 15 horas en hacer 500 Km, una forma de conducir en la que no se usan ni los intermitentes ni los retrovisores y parece que solo se toca el claxon, etc… son las cosas que te dejan con la boca abierta.
En contraposición está Nepal. Un país que nos ha servido de escape al caos que es la India y que por fin ha conseguido que el viaje lo sintamos como unas vacaciones.
Nepal es un país que no está mucho más avanzado que la India pero que de la misma manera no tiene nada que ver, empezando por sus gentes.
La gente es muy amable y hospitalaria. Cuidan al turista y se respetan entre ellos, sin importar la casta a la que pertenezca cada uno, pues esto parece que solo marca su oficio, no su estatus social.
Aún a pesar de estar muy lejos de un país como puede ser España si que se nota que es un país que intenta progresar. Recogen su basura lo que hace que todo esté más o menos limpio, hay más cultura de tiendas, restaurantes y otros servicios que invitan al consumo y que están orientados a atraer turismo, o se ve como restauran o construyen nuevas infraestructuras (sobretodo casas y pisos) para ir modernizando el país poco a poco.
Pero sobre todo el cambio más grande es la gente. Gente que te devuelve una sonrisa, niños que les hace una enorme ilusión hacerse una foto contigo y luego verse en la cámara de fotos, una hospitalidad y amabilidad en hoteles baratos que ya nos gustaría en muchos sitios de España y muchos otros detalles que realmente hacen sentirse cómodo.
También la gente parece mucho más dispuesta a abrirse al extranjero, y si el ingles no es un problema como es por lo menos mi caso, es un sitio magnífico para empaparse de la cultura y las historias que pueda contar cualquier persona, desde el responsable del hotel hasta un refugiado tibetano, pasando por alguna viejecilla cuidando los campos de arroz en alguna aldea perdida en el parque de los Annapurnas.
Por otro lado está el tema del paisaje. Es un país incrustado en el Himalaya y por lo tanto su mayor atractivo son sus paisajes con los parques y montañas de la cordillera más alta del mundo. En nuestro caso, que hacemos montaña este es un gran reclamo que nos ablanda en exceso el dedo a la hora de sacar la cámara de fotos.
Como conclusión y tras un mes de mochileros por estos países, y unos cuantos días en Madrid de reflexión tengo muy claro que ha sido una experiencia increíble que no olvidaré nunca, y de la que no me arrepiento en absoluto aunque haya pasado malos ratos.
También tengo claro que la India no tiene tantas cosas o lugares que ver como yo creía y con lo que me quedo es con el contraste del País, de lo caótico que es todo y lo diferente que es a lo que estamos acostumbrados. Y dudo mucho muchísimo que vuelva por allí. De la misma manera Nepal me ha encantado y no he podido hacer ni la mitad de lo que me hubiese gustado, así que volveré, seguro.