Llegado el fin de semana nos planteamos donde ir. Y como el que va el sábado al centro comercial a pasar el día, nosotros nos acercamos a Vitoria a «pasar el día».
El destino fue Egino, pueblo cercano a Vitoria en donde se encuentra la famosa Cueva de la Leze. Llegué temprano para tener la oportunidad de ser incluido y tener un servicio gratuito slots raging rhino game por un día.
Salimos pronto de Madrid, sobre las 8:00 AM dirección norte. Cerca de las 12 de la mañana habíamos llegado al parking en donde dejaríamos el coche. Desde el parking se veía ya la gran abertura que marcaba la salida de la cueva.
La cueva de la leze es una cueva que atraviese una montaña de lado a lado, por la que discurre un riachuelo descendible. Esto lo convierte en un cañón dentro de una cueva.
Comimos algo, nos equipamos y nos pusimos en marcha.
Tras dejar el coche nos encontramos con un lugareño que nos contó un poco algo de historia del lugar, como que a principios del siglo XX se construyeron 3 presas poco antes de la entrada de la cueva, y a la salida se construyó una central hidroeléctrica.
A los pocos meses vinieron fuertes lluvias y la primera de las presas no aguantó. Su rotura se llevó por delante las otras dos y esto produjo que una gran riada atravesase la cueva y se llevase con ella la central que había a su salida.
Este hombre nos indicó por donde empezaba la ascensión. Dicha ascensión remonta la montaña por la parte izquierda de la abertura de salida, de 80m de altitud. Se sube muy rápido ya que la senda no nos deja descansar ni un momento, con su considerable pendiente.
En unos 40 minutos llegamos a la parte más alta, a la cresta, en donde se ve el otro lado…. o se debería ver, porque subimos todo el rato con niebla.
Desde ese punto, no se si existirá un buen camino, pero nosotros no lo vimos. Nos encontramos con una de las peores bajadas que hemos visto. Una bajada super empinada, con algún destrepe en toda regla. Y todo esto en un terreno con una humedad brutal que hacía que cualquier cosa que tocases estuviera cubierta de musgo.
Tras bajar los primeros metros más que empinados y jugandonos una buena caida llegamos a una parte más «plana». Realmente lo que hizimos fue meternos ya de lleno en el bosque, siguiendo una debil senda que iba paralela a la pared, dirección al sonido del agua, que se oía de lejos.
El bosque, aunque había senda fue otra aventura. Todo el camino estaba muy empinado y el suelo, debido a la humedad era de un barro tirando a lodo, con una capa de hojas medio podridas encima. Os podeis imaginar lo que resbalaba eso.
Lara y sus 6 – 7 caidas os lo pueden confirmar. Yo tuve algo más de suerte, pero no me libré de un buen culazo, un rodillazo a una piedra y algun otro golpe.
Tras un buen rato, mucho… llegamos a la entrada de la cueva. Realmente impresionante. Esta parte es un poco más baja, pero sigue teniendo unos 60m que unido al ruido del agua, que en este lado corre más vivaz entre cascaditas, hacen que sea sobrecogedor.
El entorno nos obligó a pensarnos un poco que hacer, si remontar la horrible cuesta o adentrarnos en la grieta. El temor que teníamos era que no conocíamos la cueva ni el caudal que empieza a ser peligroso. Además según el croquis hay un sifón que no sabíamos como sería, en el cual según nos contó el lugareño, murió un hombre hace años.
Al final nos decidimos, ya que no parecía que bajase mucha agua, y nos pusimos los neoprenos.
Bueno, la entrada resulta increible. No es una entrada llana ni mucho menos, sino que la gruta nada más entrar empieza a descender rápidamente, recordando a la película de viaje al centro de la tierra.
A la entrada, a la que se accede tras un rápel que hay montado en un arbol, hay un pequeño pasamanos que nos lleva hasta la primera reunión, la cual tras un pequeño rápel nos introduce en el cauce en sí.
A los pocos metros nos encontramos con otro rápel, el primero dentro del cauce, y entonces apareció nuestra segunda preocupación: los frontales.
Ibamos con unos frontales de 6-8 € cada uno, bastante malos, aunque rezaban que eran inmunes a salpicaduras…. ya veríamos.
Pasamos la cascada sin mojarnos practicamente la cabeza, alguna gota perdida pero bien. Los frontales eran más que suficientes para iluminar, ya que la cueva es bastante estrecha todo el rato y con «poca» luz basta. Y de momento las primeras gotas aguantaban (teníamos un tercer frontal de repuesto, de 2 € :)).
Fuimos progresando poco a poco por los numerosos y próximos rápeles. En algunos nos mojabamos más y en otros menos. Los frontales pronto se habían mojado bastante ya que había cascadas en las que era imposible que no te cayese algo de agua encima, pero seguían luciendo perfectamente.
En alguna de las cascadas (la de 12m) hizimos malabares para evitar que nos cayese toda la cascada encima y mantenernos lejos del cauce.
Tras hora y media o así y tras un recodo vimos un resplandor que nos indicaba que estabamos a punto de salir de la cueva. Solo nos quedaba el temido sifón como tramos resaltable así que seguimos avanzando. Desde que se vuelve a ver hasta el final del cañón hay más de un destrepe un poco expuesto y un par de rápeles con reuniones también un poco expuestas.
Y por fin llegamos al sifón. No era para tanto ya que la piedra forma una especie de H. De manera que hay un puente de roca, que forma el sifón, pero se puede pasar por encima de él perfectamente. El único problema que pudiera haber es que si baja mucha agua, la corriente por la parte inferior de la H sea muy alta y nos «chupe», pero vamos, no es un sitio peligroso. En nuestro caso el agua llegaba a sifonar por los pelos el paso y no había casi corriente ya que el paso es ancho. Así que pasamos por debajo, metiendo la cabeza entera.
Los frontales seguían luciendo (aunque ya no hacían falta). Como daban de sí estos frontales guarros. Aunque el mio al rato empezó a hacer ya cosas raras…
Desde el sifón poco más que contar. un par de destrepes y se acabó. Y luego en menos de 5 minutos estamos en el coche ya.
En resumen, un sitio muy peculiar el cual merece la pena visitar. Eso si, importante asegurarnos de que el sistema de iluminación que llevemos aguanta el agua.
Al llegar al coche, nos cambiamos, comimos y camino de Madrid de nuevo. Escogimos un sitio un poco lejos para pasar el día, pero mereció la pena.
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