Tras el debút de más de uno en este mundo del barranquismo, tras haber echo por la mañana el barranco del Furco, tocaba que nos quitasemos el mono los que teníamos un poco más de tablas en este mundillo. Y sobretodo en mi caso, hacer un barranco nuevo.
Así que tras comer salimos pitando para San Nicolás de Bujaruelo, para hacer el barranco de Lapazosa.
Tras llegar al puente de los Navarros que marca la entrada a parque natural de Ordesa, cogimos la pista a la izquierda que nos llevaría a nuestro destino. Por el camino pasamos por delante del majestuoso Salto del Carpín. Unos 20 minutos después de coger la pista llegamos por fin al puente de Bujaruelo, en donde había mil y una personas. Aparcamos el coche donde pudimos y nos volvimos a preparar las mochilas.
Eran las 14:15 del mediodía y teníamos por delante un cañón relativamente largo, sobretodo para un grupo numeroso como era el nuestro (8 personas) y con un 50% miembros novatos. Aun así había muchas ganas y tiramos parriba.
A los 10 minutos de salir empezó a chispear y el cielo se nubló, aunque no tenía un color muy oscuro. Los días de atrás había llovido todas las tardes con lo que parecía fácil que esta también lo hiciese. Esto unido a que era tarde hacía que fuesemos todo el rato, o yo por lo menos, con la idea de darnos la vuelta y no jugarnosla.
La aproximación fueron unos 40 minutos a un ritmo normal, sin parar prácticamente. El camino cruza el puente y enseguida empieza a subir pronunciadamente entre arboles. Hay que seguir subiendo siguiendo las marcas del GR hasta que los arboles desaparecen. Un poco más adelante aparecerá a nuestra izquierda el cauce del río, y se aprecia una senda que baja hasta el agua. A por él !!
Al llegar al agua chispeaba muy levemente y el cielo estaba semi nublado pero con un color muy blanquecino, el cual no tenía pinta de peligrar mucho. Esto tampoco servía de mucho porque en pirineos se te forma un tormentón en un ratito pero al final nos decidimos a entrar ya que lo más peligroso era el principio del cañón, que era más encajonado, y el cielo no parecía peligrar, por lo menos no de momento. Eran las 15:00 h aproximadamente.
Tras entrar en el cauce, a los 15 metros escasos ya nos encontramos con el primer rápel y a partir de ahí hay una cadena de 11 rápeles todos seguidos, de entre 8 y 15 metros de altura. La verdad es que esta zona fue una gozada. Nos fuímos organizando muy bien Lara y yo de manera que uno instalaba un rápel y el otro bajaba el primero a instalar el siguiente para que la gente que fuese bajando, pudiese continuar.
Así fuímos progresando muy rápidamente rápel tras rápel. Además no estaba la cosa para entretenerse mucho ya que el cielo de vez en cuando se cerraba un poco más y llovía, luego se volvía a abrir levemente, etc…
Así, con los menges de semi-corbata fuimos avanzando disfrutando nosotros mucho, y los novatos… pues algunos no tanto ya que iban un poco asustados, porque este cañón era más «serio» que el Furco. Además, el que fuese bien de agua no ayudaba mucho a los que no iban muy cómodos.
Me daba cierta tranquilidad el que de vez en cuando veía zonas por las que a unas malas malísimas se podría escapar (o eso creo). Ahora, no estaba nada fácil.
Un par de horas después de haber salido llegamos al caos de rocas que marcaba el fin de la sucesión de rápeles, y nos informaba de que el río a partir de este momento se abría un poco, lo cual no tranquilizó un poco más a todos.
Hasta este punto habíamos ido a buen ritmo, para ser el grupo que eramos, y la preocupación de que se nos hiciese de noche empezó a desvanecerse ya que parecía más que fácil el completar el barranco en las 5 horas que habíamos estimado para completarlo, y así tener un buen margen de horas de luz por delante.
Pero claro, faltaba la guinda del barranco, que eran los rápeles grandes, y aquí la cosa cambio de color.
El descenso del rápel de 65 (35 + 30) se hizo interminable. Ya de por sí se tarda más ya que implicaba sacar todo el despliegue de cuerdas que llevabamos, pero si a esto le sumamos que la gente inexperta progresaba muy lenta (lo cual es comprensible), el llegar los 8 del grupo a la base de la cascada nos supuso una hora o incluso algo más, lo que nos rompio todas las estimaciones de tiempos.
Además, por ese momento empezó a llover con más ganas, el cielo se nublo un poco más y se empezaba a notar la bajada de luz. Así que otra vez a preocuparse, ya no por las lluvias, ya que en la parte que estábamos era bastante abierta y mucho tenía que caer (aunque a esta gente les paso una buena en la misma situación), sino por el echo de que se nos pudiese hacer de noche, lo cual no apetecía lo más mínimo.
Una vez todos abajo vimos que teníamos ante nosotros otro rápel larguito y no sabíamos muy bien cuanto cañón nos quedaba (¡¡ Lara, para que coño quieres el croquis en el coche !!) aunque sabíamos que poco podía quedar.
Barajamos la posibilidad de salirnos del barranco en ese punto ya que no sabíamos muy bien cuanto quedaba y si nos volvíamos a liar mucho en el rápel siguiente se nos podía hacer muy tarde.
Eché un ojo al lateral del barranco que permitía escapar de él y era un cuestón por mitad del bosque no estaba muy claro donde daba. Tenía pinta de tener salida, pero si nos equivocabamos y teníamos que volver si que la hubiesemos cagado, así que decidimos continuar.
Al final el siguiente rápel fue mucho más rápido de bajar ya que no tenía reunión intermedia, y tras ese solo nos quedaba otro pequeño. Al final no nos quedaba tanto e hicimos bien en continuar.
Cuando salimos ya por fin del barranco eran más de las 20:30 de la tarde y estaba oscureciendo. Habíamos tardado casi 6 horas en realizar el barranco !!
En fin, la próxima vez iremos un grupo más reducido 😛
Al final tuvimos suerte ya que aunque nos llovió, fue una lluvia relativamente suave, y en ningún momento nos cayó un aguacero que nos metiese miedo en el cuerpo, ni nos granizó ni nada de eso.
Ahora, eso no quita para que nos precipitaramos mucho, sobretodo por el echo de meternos un grupo tan grande y con novatos. Está claro que no tendríamos que haber entrado pero bueno, vimos que el riesgo estaba en la primera parte del cañón, y era la parte que pasaríamos con un tiempo no muy malo, y a plena luz del día. El resto era arriesgado, pero ya no tanto.
En cuanto al cañón, precioso y muy disfrutón. Sobretodo porque la aproximación en corta y el cañón es un no parar de rápeles, con agüita con la que jugar, que lo hacen muy entretenido.
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