Tras la primera visita a esta cueva, decidimos volver. Pero en este caso pensábamos complicarnos un poco más la vida.
Entramos por la entrada normal del primer piso, y a los pocos metros fuimos a hacer una foto y fue en ese momento en el que nos dimos cuenta que no tenía pilas la cámara, por eso no hay fotos 🙁
Pasamos el «paso del tablón», en este caso más rápido, asegurándonos con unas gazas y sin muchos problemas. En este caso íbamos mejor equipados.
Pero cuando llegamos al tubo nos dimos cuenta que no estaba la cuerda que existe en ese paso para ayudarte a bajar. Tras discutir la situación, improvisamos una cuerda con las gazas que teníamos y conseguimos bajar, con un poco más de miedo del previsto.
Más adelante llegamos a la primera entrada al tercer piso, y es aquí donde empezó la parte nueva. La idea era bajar por aquí, atravesar todo el tercer piso y salir por la última salida, de nuevo al segundo piso. Dicho y echo…
Eso si, no fue fácil. La bajada al tercer piso tiene primero una chimenea que parecía echa de hielo y nos costó bastante subir (a unos más que otros :-P).
Después un tubo casi vertical que tuvimos que ascender, y también requería usar tanto oposición como tirar de fuerza.
Atravesamos toda la galería principal del tercer piso, la cual es un poco pesada ya que es larga y vas agachado todo el rato, y llegamos a la última salida.
Una vez salimos, volvimos a la tercera bajada al tercer piso para entrar y volver a salir. Simplemente para jugar un poco porque esa entrada es muy estrecha.
Y después camino de la salida. Sin ningún tipo de problema, aunque este recorrido fue un poco más duro y requiere ser más habilidoso.