Hacía mucho que no salía con novatillos a trotar al monte así que montamos una escapada para Pirineos. La idea era buscar una alternativa al archiconocido Mascún. Algo un poco más light ya que el Mascún son muchas horas.
Finalmente apunté al Lapazosa, que es un barranco que en su día me gusto bastante por ser una completa sucesión de rápeles.
Así que nada, nos organizamos, buscamos una casa rural y cogimos carretera para legar el viernes por la noche a Oto, donde teníamos la casa. Cenita y a dormir.
Al día siguiente nos fuímos todos menos Sergio, lesionado, hasta el puente de Bujaruelo, nos pusimos el traje de gala y empezamos a remontar el camino que hay tras cruzar el puente.
El camino no da tregua, es una sucesión de «zetas» ganando metros a buen ritmo. Iremos al loro de las torres de tensión. Justo al llegar a la tercera el camino pasa prácticamente por debajo. Justo en ese punto nos saldremos del camino a la izquierda, tomando otra senda que sale. Unos 100 metros más adelante esta nueva senda se acerca al cauce del río; es la cabecera.
Bea llegó reventá a la cabecera y eso que son solo 45 minutos de pateo (a buen ritmo 30 m o menos). ¡¡ Hay que hacer más deporte !!
Tras un medio rápel desde un árbol junto a la cabecera para explicar un poco de que iba el rollo, nos pusimos los neoprenos. El equipo lo formábamos Luis y Bea que ya sabían de que iba esto, Javi y Vanesa que no sabían donde se metían, y yo.
Unas últimas fotitos al paisaje que estaba precioso, con la flor esta amarilla tan típica de pirineos. Y al agua !!
Luis bajaba primero para sujetar la cuerda en estos primeros rápeles, que no queríamos sustos. Él sin problemas, un poco a lo loco como siempre, pero bien. Bea también sin problemas y Javi un poco cagao pero también bien. Pero Vanesa…..ahi Vanesa…… La dio un ataque de pánico y tuvo su momento de ¿Qué coño hago aquí? Al final entre mucho tembleque de piernas bajó.
Como he dicho los rápeles van todos seguidos e íbamos muy lentos así que pronto estábamos haciendo tapón. Bueno, es lo que hay, a mi me ha tocado muchas veces esperar. Aún así dejamos pasar a algunas personas, que bajaran por nuestra cuerda rápidamente.
Tras el cuarto rápel Vanesa y Bea decidieron abandonar el barranco ya que sabíamos que había una escapatoria. Era una baza que se iba barajando desde el principio.
Pero claro, la escapatoria no era un camino de rosas, era una travesía inclinada y que resbalaba, con un talegazo bien bueno. Así que subí yo primero con la cuerda y ayudándome de un árbol las fui asegurando. Pasada esta primera parte solo quedaba atravesar la maleza unos 5-6 metros y ya se salía a una senda que enganchaba con el camino de subida.
Yo me despedí de ellas y volví a bajar al barranco.
A partir de ahí la verdad es que cogimos ritmo e incluso volvimos a coger a los grupos de delante.
Y poco a poco fuimos superando rápeles hasta que llegamos a la gran rampa donde nos dejaron pasar un grupo de chicos.
A mitad de rápel una reunión para los mortales que no llevamos 200 metros de cuerda. La verdad es que la reunión tenía tela.
Y desde ahí no mucho más, un par de rápeles más terminamos el barranco.
De vuelta en el coche estaban Bea, Vanesa y Sergio con la perra. Ya bastante hartos de esperar.