Tras unas cinco horas de autobús llegamos de nuevo a Kathmandú el día 24 de Agosto. Nos instalamos en el Hotel Ganesh Himal como hicimos la otra vez, nos dimos una ducha para quitarnos la capa de polvo que habíamos cogido en el viaje en autobús, y nos fuimos a dar una vuelta por Kathmandú.
Fuimos a visitar el templo de Swayambhunath o también llamado templo de los monos. Nombre obvio por la cantidad de estos que hay.
Para llegar al templo hay que subir unas interminables escaleras que llegan hasta la pagoda central. Esta pagoda se puede rodear haciendo girar los típicos rodillos budistas que se usan para rezar. Nosotros dimos la vuelta haciéndolos rotar todos, como buenos guiris, jeje.
El templo tiene la majestuosa pagoda central y unas privilegiadas vistas de Kathmandú. Pero su principal atracción son sus monos. ¿Por qué nos fascinaran y nos harán tanta gracia estas mini-personitas?
Después estuvimos en Durbar Square y luego por el barrio de Thamel. Lara buscando una chaqueta y yo una mochila ya que no nos entraba todo en las que llevábamos, tras todo lo que habíamos comprado en Pokhara y Kathmandú.
Para cenar fuimos a un restaurante que encontramos y venia en la Lonely Planet. Se llamaba si no recuerdo mal «Yak». Curiosamente no tenían Yak para cenar pero aun así cenamos muy bien. Y de ahí vuelta al hotel y a dormir.
Al día siguiente desayunamos en el hotel y pedimos el que llamaban desayuno “trekker”, o algo así. Nos trajeron un plato con una especie de ensaladilla rusa, huevos revueltos, tostadas con mantequilla y mermelada, unas patatas guisadas, un bol enorme de muesli con fruta y cubierto de yogur, café y zumo. Pues todo esto nos costó unos dos euros y vamos, salimos rodando del hotel…
Después cogimos un taxi hasta la cercana ciudad de Bhaktapur. La ciudad está muy cerca pero tardamos una barbaridad en salir de Kathmandú. Tienen un tráfico terrible, aunque mejor que el de Delhi.
Al llegar el taxista nos pregunto si nos esperaba para volver. Le dijimos que no ya que estaríamos gran parte del día visitando la ciudad. Aun así él insistió, y cuando salimos horas después estaba esperándonos. Como es esta gente…
La ciudad de Bhaktapur esta amurallada y tiene varias puertas para entrar tras comprar la entrada pertinente.
En su interior vimos varios templos muy bonitos que tardamos varias horas en recorrer. También pudimos observar a algunos alfareros, mujeres tejiendo gorros o como secaban las guindillas al sol.
Estuvimos comiendo en un hostel que había enfrente de la enorme pagoda de Nyatapola y de ahí fuimos camino de la salida de la ciudad. A la salida paramos en una tiendecita a comprar un par de yogures caseros, que según dicen, allí es donde hacen uno de los mejores yogures del mundo.
Tras quitarle una capita de mierda al yogur yo solo me limité a probarlo. Estaba bueno aunque tenía un leve gusto final a moho, pero estaba bueno. Aun así yo ya había tenido bastante gastroenteritis para este viaje así que me conforme con probarlo por si acaso. Rocío hizo lo propio y a Lara y Patri les falto chupar el vaso.
Nos encontramos con el taxista que nos seguía esperando. Pasamos de él y fuimos a coger un autobús urbano que nos llevo de nuevo a Kathmandú por unas cuantas rupias menos.
Nos dejo en el barrio de Thamel y allí estuvimos buscando donde comprar unos taburetes artesanales que llevaba viendo varios días por todos lados.
Tras comprar el taburete, algo de té y alguna cosilla más volvimos al hotel a por una ducha y después de nuevo al restaurante de la noche anterior.
En esa última cena en Nepal pedimos cerveza caliente nepalí para probarla. Nos trajeron una especie de termo lleno de semillas y agua hirviendo y una jarra de agua también hirviendo para ir rellenando.
Se bebía con pajitas y…bueno…estaba horrible. No tenía nada más que las semillas y el agua pero estaba muy fuerte, y muy caliente. Era como beber alguna bebida como ginebra o vodka pero muy caliente. Parece ser que el mejunje termina de fermentar en el estomago así que se sube bien a la cabeza aunque «solo» tiene unos 10 grados. El resultado tras toda la cena….se quedo casi entera porque fuimos incapaces de bebérnosla.
Y de ahí al hotel y por la mañana tras desayunar al aeropuerto que volvíamos para casa. Por desgracia teníamos que pasar por Delhi aún. Eso sí, el vuelo de vuelta estuvo mucho chulo al poder contemplar el Himalaya por encima de las nubes.